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ENTRE LINEAS

El paquetito

El paquetito

Había un extraño paquetito en aquella estantería situada en uno de los pasillos del Ministerio del Interior. Por ese lugar deambulaban cientos de funcionarios al día sin que ninguno de ellos le diese la mayor importancia. Total era un bulto que no desentonaba con el resto que se encontraba en aquella repisa. Además, se sabía que, no era un paquete sospechoso de contener algún artefacto explosivo o que representase peligro para la vida o integridad (física) de los que en aquél lugar se encontraban. Por tanto, cuando un Jefe de Departamento de la anterior administración “populista” lo acomodó en aquél lugar, a nadie le pareció extraño, nadie preguntó por él. Quizás lo que si pensaba más de uno que, instintivamente, se fijaba en la estantería era en lo llena que estaba y el que, si aquello seguía así, no tardaría en ceder. Pero nadie hacía ni decía nada y aquel soporte lo cierto es que rebosaba de documentación y el peso de los papeles había incluso deformado la estructura del anaquel.


Mediado el año 2004, cuando entró la nueva administración socialista, el paquetito seguía encima de la estantería ejerciendo el mismo peso y la misma atención por todo el que pasaba por allí... Hasta que un día sucedió lo que tenía que suceder. La estantería cedió y los papeles cayeron al suelo. Afortunadamente este hecho acaeció en un fin de semana cuando en el Ministerio ya no hay presencia física de nadie... Este episodio no hubiese tenido la menor importancia sino hubiese sido por la presencia del “extraño” paquetito. Allí, en el suelo, estaban diseminados los documentos que habían conformado el paquetito de marras... Fue entonces, el lunes por la mañana cuando el ordenanza de aquella sección del Ministerio se dispuso a recogerlos y volverlos a apilar para luego colocarlos en alguna nueva estantería, cuando se percató que aquellos documentos contenían algo especial... Sudoroso, a pesar de que era pleno mes de enero y en Madrid, el diligente funcionario corrió a su superior inmediato a comunicarle aquello tan importante que pensaba había descubierto. El jefe de ordenanzas examinó la documentación que minutos antes se hallaba desparramada por el suelo de la primera planta y, en su cara, apareció un “rictus” que estaba entre la sorpresa y el “ayvadios”. Ciertamente aquella documentación era importante y había que obrar con rapidez... Raudamente el jefe de ordenanzas fue a dar cuenta al superior del Departamento. Hete aquí que éste, según explicó la secretaria, “se encontraba reunido y no se le podía molestar” pero “que no se preocupase que en cuanto le pudiese atender se lo haría saber”, no obstante “y dada la importancia del tema (ya que así se lo había hecho saber el jefe de los ordenanzas) déjeme Ud la documentación y así adelantamos tiempo”. Ya más tranquilo por el alud de explicaciones de la secretaria, el jefe de ordenanzas volvió a sus tareas habituales despreocupándose del tema... Pero las casualidades, como todos los males, nunca vienen solas... Justo después de que la secretaria hubiese guardado aquella documentación en un cajón de su mesa para más adelante dársela a su jefe, suena el teléfono. Vaya. Malas noticias. Su compañero, su novio de toda la vida, le comunica vía telefónica, su “desistimiento” en la relación sentimental que mantenía con ella. Llorando como lo hacen (al menos eso dicen) las madalenas, la secretaria corre al lavabo a tratar de aliviar, si no su pena porque es muy reciente y de difícil consuelo, si al menos el corrimiento del “rimel”. ¡ Que mala suerte !.



En esa tesitura nos encontramos, cuando el Jefe sale de su reunión, apurado porque ya es muy tarde y le está esperando para comer el responsable de zona del partido. No ve a la secretaria. Ignora que está desconsolada en el lavabo... Sin tiempo para dejarle siquiera una nota, marcha del Ministerio sin ver al protagonista de nuestra crónica: el paquetito que yace, como un muerto, en el cajón de la mesa de Piluca. Pobre Piluca, del disgusto que se llevó pasó seis meses de profunda depresión que le impidieron trabajar.



En el Ministerio, falto de fondos, no pudieron cubrir interinamente su puesto... Quizás, de haberlo hecho, de haber venido otra persona a sustituir a Piluca, nuestro paquete hubiese llegado a su destinatario... ¡ Pero lo que son las cosas ! Otra casualidad hizo reanudar la larga marcha del paquetito. Y fue esta. Necesitado que estaba de papel para tomar unas notas el jefe de Departamento, éste, cuando se cumplían poco más de tres meses de la baja depresiva de Piluca, hurgó en el escritorio de aquella y dió con el paquetito. Extrañado de encontrar eso en el cajón de su secretaria, miró de qué se trataba. ¡Pobre hombre! A medida que iba descubriendo el contenido de los documentos, su tez se tornaba más y más pálida. ¡¿Qué digo pálida?! ...¡blanco mármol tenía aquella piel! Ya sin perder tiempo cogió él mismo los documentos y fue a ver a su Subdirector General. Después de varios días de los consabidos “está reunido” “habla por teléfono y no le puede atender” (sabréis que todas esas excusas lo son porque, a partir de jefe de Departamento, no se desayuna en la Administración) “salió con el Director general a una visita muy importante”, el celoso Jefe pudo hacer entrega de aquella documentación a su superior inmediato.


- ¡¡Caray Serrano!! ¡¡ ¿ Cómo no me has dado estos expedientes antes?!!, le dijo el Subdirector General con tono indisimuladamente enfadado, ¡¡¡ Venga vámonos tú y yo inmediatamente a ver al Director General y a explicarle la “película” !!!. Por cierto -continuó el Subdirector- ¿Dónde has encontrado “esto”?.



- Pues no sé - contestó un atribulado Serrano- Estaba en el cajón de Piluca, mi secretaria, y no se cómo llegó allí.



Ya en el despacho del Director General, mejor dicho, en la antesala de su despacho, montaron guardia Serrano y su Subdirector -junto con el “paquetito”- a pesar de que la Jefe de gabinete de Dirección les había dicho que, el Director General, se encontraba “en una reunión muy importante y que no sabía cuando finalizaría, pero que presumía larga”. No obstante la espera, insistencia y aspecto de las pieles de un Jefe de departamento y de un Subdirector general, hizo sospechar a la responsable del gabinete que algo “gordo” se cocía. Así que, muy discretamente, llamó por teléfono a no se sabe quién y.... ¡casualidades de la vida!....por allí apareció el Director general que saludó a Serrano y a Eduardo, el subdirector general (no se si sabéis que, a partir de subdirector general, el trato suele ser por el nombre de pila) y los hizo pasar sin más preámbulos a su despacho... Allí sentados los unos frente al otro, observaron cómo en un acto reflejo, Javier, el Director General, se llevaba su mano derecha al brazo izquierdo, el del corazón, a medida que iba avanzando en la lectura de los documentos (expedientes) del “paquetito”. Sin decir nada, con gesto severo, descolgó el teléfono y le dijo a su Jefe de Gabinete: “Ponme con Carlos inmediatamente”. Carlos era el Secretario de Estado.


Y me tengo que quedar aquí, en el despacho de Javier, porque el resto de la historia no la conozco (a nivel de Secretario de Estado las conversaciones son privadísimas). Todo lo que sé es que se sospecha que otras instancias examinaron “el paquetito” y que hubo un gran revuelo en las altas esferas...

Un día, Jacinto, nuestro ordenanza del principio de esta historia, encontró, en una estantería de un pasillo del Ministerio de Hacienda, ¿sabéis qué? “el paquetito”.

Todo lo que os acabo de contar es fruto de mi corta imaginación y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia… ¿o no?, porque me pregunto ¿ alguien nos ha explicado que fue lo sucedido y a quién a que atribuirles las culpas de que, por acción u omisión, aún no se haya informado a los ciudadanos suficientemente y desprovisto de cualquier influencia política del atentado terrorista más importante sucedido en nuestro País?. ¿La solución?... Preguntarle a Jacinto.

8 comentarios

Para concalma, en el jardín -

Verdad, verdad... (cualquiera te dice algo :-SS)

concalma -

No, si tú con tal de ponerme flores... ahora vampira.
Suerte que tengo este buen carácter... verdad???

Para concalma, vampira donde las haya -

¿Cuántas veces? Venga, cuenta que estamos tod@s expectantes... :-O

Para Noa-, nostalgía en la estantería -

Y mejor no le sacamos ni el polvo, no vaya a ser que nos encontremos con el bisabuelo :-S

Para noemí, en un pais de excusados y descuideros -

Y, subrayo, no es "pasta" al dente para que al menos nos la podamos comer y hacer una buena digestión.

concalma -

Directo a la yugular!!! si vieras lo claro que tengo este tema... la de veces que he departido sobre él, pero claro, este no es medio ni momento para escupir lo que pienso...
Si vieras las cosas tan raras que tengo entendido aparecen en Hacienda...
Pasa buen día.

Noa- -

Tantas cosas habrán quedado relegadas a una simple estantería...

Saludos

noemi -

Que pastosa la información gubernamental, que lenta, llena de idiotas de por medio, de excusas, pretextos y descuidos. Así es en mi país... segurísimo.